Can't buy me blood

Seguro que habrás oído eso de que John Lennon murió asesinado hace un montón de años. 

Déjame decirte que es mentira, chico, todo mentira. 

Igual te suenan los detalles: un tiroteo en Nueva York el 8 de diciembre de 1980, un perturbado llamado Mark David Chapman, que si le metió cuatro balas en el cuerpo cerca de las 11 de la noche, que si 20 minutos después el músico fue declarado muerto en el hospital debido a la pérdida masiva de sangre, que si esto, que si aquello... 

Bien, pues todo eso es falso. Tiene sentido que existan versiones contradictorias y teorías conspiranoicas sobre los hechos, porque se trata de una gran tapadera para ocultar lo que ocurrió de verdad. 

Aunque... Siendo honestos, puede que lo de que lo mataran esa noche sí sea cierto, si lo miramos desde cierto punto de vista. Y desde luego sí que perdió una gran cantidad de sangre. Al fin y al cabo, dejas de estar vivo cuando te convierten en vampiro, ¿verdad? 

En cualquier caso, quiero dejar claro que la pobre Yoko Ono no tuvo nada que ver en esto, salvo que la consideres culpable de manera indirecta por haber introducido a John en aquellos círculos repletos de raritos insoportables. Fue en uno de esos ambientes donde encontró al que él llamaba "Maestro", con mayúscula, que le acabó arrastrando a su mundo de orgías sanguinolentas. Pero que quede claro que Yoko no es responsable en modo alguno, por favor. Ya ha sido objeto de reproches y ostracismo durante demasiado tiempo.

De hecho, somos nosotros, sus amigos, los que hemos encubierto sus fechorías durante décadas. Nuestra fama y dinero sirvieron para montar una historia falsa sobre su asesinato, para ocultar sus carnicerías, para proveerle de víctimas que a menudo él rechazaba diciendo que quería cazar, no sucia sangre comprada. 

El primero en plantarse fue el infeliz de George, hace ya más de 20 años. No quería seguir financiado sus monstruosidades; supongo que el cáncer te cambia la perspectiva de las cosas. El caso es que John siempre tuvo un genio de mil demonios que después el vampirismo propulsó a niveles estratosféricos, así que una noche fue a por él. A nosotros no nos quedó más remedio que inventar una coartada de nuevo, esta vez en lo tocante a la muerte de George, y seguir tragando durante otras dos décadas.

Ahora, con las culpas enquistadas de toda una vida, y con la lucidez de la ancianidad guiando nuestros pasos, Paul y yo hemos decidido que se acabó. No lo aguantamos más. Sabemos que será también nuestro fin, pero ya es hora de hacer lo correcto por una vez.

Así que sigue los consejos del viejo Ringo, muchacho: si una noche te encuentras en algún garito turbio a un excéntrico músico melenudo de nariz aguileña, lentes granates como la sangre y colmillos prominentes, no entables conversación alguna con él. Huye. Huye y no mires atrás. 

Queríamos ser eternos, pero solo uno de nosotros lo ha conseguido.


Este historia fue la ganadora de la 45ª Edición de Microrrelatos del Vuelo del Cometa (septiembre-octubre de 2025), que tomaba como punto de partida esta ilustración de Dino_illus.

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