Benditas icnitas
Una vez más, Alonso fue a ver las huellas de piedra. Sus padres no necesitaban su ayuda aquel día, así que disponía de toda la mañana para hacer lo que le placiera. Recordaba a la perfección el día en que las habían descubierto, dos años atrás. Nuño Núñez, un pastor de ovejas, había desaparecido con la mitad de su rebaño durante una terrible tormenta. Nuño era un hombre querido en todo el pueblo, amable, alegre y dado a pasar las noches en la posada, regalando anécdotas y bromas a sus vecinos. La noche de la tormenta no apareció por la posada, y tampoco la siguiente. Al tercer día algunas ovejas descarriadas de su rebaño llegaron al pueblo, empapadas y en un estado deplorable, pero de Nuño aún no se sabía nada. Los rumores empezaron a circular entre los más cotillas, y todo el mundo empezó a temerse lo peor. Una caída, un desprendimiento, un torrente o el ataque de unos bandidos eran las opciones con más adeptos. Y entonces, una semana después, cuando todo el mundo le dab...